Me parece increíble lo que pueden cambiar las cosas cuando, acostumbrado a una persona, dejas de verle o hablarle por algún motivo. Es posible que al renunciar o que te quiten algo que hacías todos los días lo eches de menos. Pero a veces, acaba viniendo bien para, una vez más, darte cuenta de las cosas. Estas son las cosas que te recuerdan que muchas personas no son lo que dicen o aparentan ser, y te acuerdas de por qué decidiste intentar no confiar tanto en la gente o no hacerlo demasiado pronto, y a no depender de una sola persona.
Normalmente, las personas que pensamos de esta manera, que hay que desconfiar algo más de la gente, por decirlo de alguna manera (y aunque realmente no lo consigamos) lo pendamos porque a lo largo de nuestra vida pasó algo que nos hizo cambiar la mentalidad y empezar a pensar de esa forma. Y os digo, sinceramente, que si mi mentalidad no estuviera ya formada de este modo, a partir de esto comenzaría a estarlo, aunque no de manera tan brusca como inicialmente se hizo.
No os creáis cuando os dicen que os quieren, que van a estar siempre con vosotros, cuando os dicen que os van a hablar todos los días. Que os lo demuestren, porque al final es lo que verdaderamente importa y vale y nos hace confiar en las personas que merecen la pena. Tened cuidado chicos, pero tampoco seáis paranoicos.
Sé feliz con lo que tienes, porque nunca sabes donde estará tu princesa.