Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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sábado, 21 de abril de 2012

Mi libertad, mis ansiados sueños.

Sueños que muchas veces se harán realidad, aunque en ocasiones no sea posible. Sueños en una playa, en un parque, en una plaza. Sueños contigo. Sueños que sueño. Quizá parte de ellos sí se cumplan, no lo sé. Yo ya se poca cosa en este mundo, pensé que sabía más. La vida me queda grande. Tan solo soy una pequeña gota de agua en un universo lleno de agua, aún me queda mucho por aprender. Hay cosas que echo de menos, pero quizá no vuelva a hacer esas cosas... Ha cosas que molestan, y cosas que duelen. A veces la gente confunde esos dos términos. Algo te duele cuando notas que tu corazón para de latir y se rompe en millones de diminutos pedazos y entonces sientes que quieres volver hacía atrás, que eso no puede haber sucedido, que es un sueño, nada más. Pero los sueños se cumplen. A veces eso es un problema... o no? Por que en realidad no hay sueños malos. Eses sueños, no son sueños, si no pesadillas. Hasta ahora nunca he oído que las pesadillas se cumplan. Últimamente, han pasado muchas cosas. Mucha gente se ha empezado a ir de mi vida como si nunca hubieran existido, aunque a algunas los vea todos los días. Tengo muchas cosas en las que pensar. Muchas? Si, muchas. O no. 
Buscándote en algún pliegue de mi sábana, de color ahora morado, pude sentir tu calor, sin siquiera lograr verte. Tu abrazo contenía mi cabeza sobre tu pecho y así, muy despacio el sueño se adueñó de nosotros.El respirar de tu pecho me acunaba y podía sentir el latir de tu corazón. Ritmo que me recordaba a una suave canción de Jhon Lennon, donde el imaginar era cosas de locos y una utopía de muchos. Me pediste que te buscara en algún pliegue de mi sábana, y así lo hice, pensando que a la mañana siguiente aún estarías a mi lado.
Respiré profundamente para inhalar tu esencia invisible, y un suave suspiro salió de mi boca, boca de la cuál las palabras estaban demás, porque mi alma cantaba la música de tu corazón y tu mente.
Estuviste en el más pequeño de los pliegues de mi sábana, como duende que se esconde para no ser visto, jugando con sus travesuras, haciéndome cosquillas para sacar una risa de mi corazón. Sí lograste mantener despierta mis ansias de encontrarte en la amplia cama, donde sin tenerte, el frio llega a mis huesos y cala. Pudiste entrar por la ventana como aquella brisa de mar que acompañada con las olas parecen susurros de otoño.
Traté de no abrir los ojos, temía no verte, así que descansé tiernamente abrazada a la almohada, creyendo que por debajo de la funda podrías acariciar con tu mano mi cabeza y así sentir la serenidad como cuando escucho tus palabras.
Y de esa forma, muy pausadamente, comencé a soñar de nuevo. Soñé con un gran camino delante mio, en cuyos costados había flores de color azul como a mi me gustan, y detrás de ese camino una sencilla hamaca colgada de un árbol. Me dirigí hacia ella y tú, por detrás, me empujabas para que me balanceara. Mi niña interior se reía a carcajadas y pedía que me elevaras con más fuerza, como queriendo agarrar una nube para poder regalártela y que sobre ella pudieras atravesar el cielo. Soñaba, y en ese viaje maravilloso solo pude encontrar esa alegría tan anhelada por toda mujer amante de la vida.
Sí, anoche, en mis sueños, dormiste en un pliegue de mi sábana, y ¿sabes que?... Aun sigues estando allí... Hasta que me despierte de este sueño que es la vida.


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