Y cuando sientes que tu corazón se esta rompiendo en millones de pedacitos, que se te cae el mundo encima, que te tiembla el pulso, que te duele el estómago, que no puedes hablar. Cuando piensas que todo va bien, entonces Atlas suelta su bola del mundo para dejarla caer encima de ti. Y sientes todo el peso en tus hombros. El mundo, aún no se ha roto, aunque tú desearías que fueras así. Sigue, anda, camina, no mires. Déjate llevar, sigue la corriente, no hables, no escuches. Será peor. El estómago... ai, duele. Cálmate. No, no puedo, sabes que no puedes mandarme eso, por que no lo haré. Relájate, respira. No. Prefiero asfixiarme en un mar de pena, no puedo hacer otra cosa. No sientes, no hablas, no ríes, no lloras. Manifiesta tu dolor. No, no puedo... Mi madre... Tzz. Hace frio, de repente. Creo que tendré que ponerme una chaqueta o no sé, algo. Olvídate, no pienses. Lo segundo, es fácil.
Lo difícil es que el corazón y la cabeza van a su puta bola. Y por mucho que no pienses, sientes.
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