Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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lunes, 15 de febrero de 2016

Arte para enfermos.

Hoy, tras años preguntándome seriamente por qué no existirá la poligamia, he encontrado una respuesta. Y es que me he preguntado a mi misma, en el auge de mi insomnio, que más podría pedir ahora mismo a la vida para ser feliz. Y me he dado cuenta, de que no quiero nada más. De que soy feliz, y lo soy contigo. Que no quiero a nadie más si no eres tú. Que me completas de todas las formas posibles. Ningún cuerpo puede encajar mejor que el tuyo con el mío cuando duerme. Ninguna mano es capaz de hacerme sentir escalofríos cuando me acaricia el pelo y se enreda en mi melena. Nadie conseguirá de mi las sonrisas que tu consigues, ni logrará que me sienta cómoda con otra persona en una cama de 90.
Hoy, me he dado cuenta de que oír la lluvia precipitarse contra el cristal de la ventana mientras me refugio en tu calor es una de las mejores sensaciones que hay. También me he dado cuenta de que sé cuando estás o no durmiendo por cómo respiras, y me sorprendo de todas formas a mi misma besando tus cálidos labios a riesgo de despertarte, pero es realmente inevitable mirarte y no querer tenerte.
Cada día que paso a tu lado me doy cuenta de que me completas, y que tu mano encaja perfectamente con la mía, que tu pecho tiene un hueco para mí, y que nuestros labios en realidad tan sólo son uno. 

Que eres casa, pequeño, y besarte para mi es un arte.
Sé feliz con lo que tienes, porque nunca sabes donde estará tu princesa.