En el silencio de tu alma se esconden los más bellos secretos de tu corazón. El silencio no es la ausencia de sonidos, es un estado tranquilo en el que puedes oír lo que se mueve en tu interior con mayor claridad. En silencio se descubren maravillosas conversaciones que la palabra sería incapaz de pronunciar. En el momento callado y tranquilo los dones de las personas se hacen visibles. La palabra, cuando es clara y sincera, nos acerca a los demás, nos ayuda a darnos a conocer, nos muestra lo que los demás piensas y viven... el silencio es el mayor grado de comunicación que podemos llegar a conseguir con un ser humano. Ábreme el cofre sagrado de tu silencio, comporte conmigo desde lo que eres, desde lo que vives, desde lo que lloras y desde donde te alegras... sin palabras. Cierra los ojos, escucha. Tápate la nariz, escucha. Ponte tapones y escucha. El silencio suena. No es la nada. La niebla y el silencio se parecen. El silencio tiene sonidos, tiene sentimientos y palabras. Todo ayuda a que suene el silencio. En la biblioteca suena a nervios. En la iglesia suena a fe. En la cama, suena a todo. Es caprichoso, ¿cuántas historias terminaron con un silencio? es tan sonoro que es una respuesta a una pregunta. El silencio reconforta el alma, la apacigua, porque el silencio te susurra que todo esta bien. Por que mientras escuches el silencio, estarás vivo.
El silencio tiene sonido, tiene peso, tiene vida. Cállate y escucha.
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