Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
.

lunes, 19 de diciembre de 2022

RRrrr...

 Reconocería en cualquier parte ese ronroneo que hace. Muchas veces sueño con ella, en mis durmevela más recurrentes y me parece oírla muchas otras estando en el sofá, como pienso oír el sonido de la puerta. Sueño despierta que oigo ese sonido, y después de haberlo escuchado mil veces, haber salido a la ventana a ver si estabas y ver que no, esta vez no me asomo. La única. Y entonces apareces.

Reconocería en cualquier parte tu manera de conducir esa bicha. Te entregaría mi vida una y mil veces más. Y otra vez. Y otra. Sabría que estás hablando de ella solo con verte y sin oír lo que dices, porque pocas veces veo tus ojos brillar de esa forma. 

Podría reconocer en cualquier lado a mi hombre chiquito con su moto grande. Y a la Honda que me enseñó a reconocer muchas más en su camino. La primera también que he visto desnuda y cambiarse de ropa y a la que yo todavía no he visto caer aunque sepa que lo ha hecho. 

Podría dejar en mi piel la, para mi, inconfundible silueta de mi muchacho a lomo de sus caballos y tirando de las riendas para dar una curva y nunca me sentiría mejor retratada sin yo estar ahí. 

Distinguiría cada una de las sensaciones que he tenido cuando me has llenado poco a poco hablándome de ella, y también las que sentí cuando yo formaba parte de su ser. Confieso que me gusta imaginar todo lo que me queda por descubrir ahí todavía. Estoy segura de que no la echaría tanto de menos si no fuera contigo. Y es que me atrevo a confesar que, quizá, y solo quizá, eche un poco de menos ese olvidarse de todo mientras estás ahí arriba y esas ganas de gritar irrefrenables. Esos saltos que me pillan por sorpresa y algún choque de casco que no tendría que ser por ir un poco más pegada a ti de lo que debería. El pensar que quizá debería comprarme un casco (aunque esto no se me haya pasado del todo). Llevar el rojo y negro por bandera. Ese pelo enredado después de habérseme olvidado recogerlo antes y esa tormenta que nos persigue pero no consigue jamás alcanzarnos. 

Y a ti empapado al bajarnos después de muchas horas y diciéndome que eso no es nada.

Ojalá dentro de poco puedas volver a ser un poco más tú.

Ojalá os oiga pronto un día ahí fuera, y seáis ciertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario