Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
.

jueves, 27 de julio de 2023

Después de la tempestad, el ojo.

Ayer fue un día bonito. No, es más, ayer fue un día muy bonito. Increíble en su acepción más de diccionario. Yo era el Sol y no solo brillaba, si no que irradiaba también la luz de todas las estrellas que me rodeaban. Pasase lo que pasase y sin importar lo que fuera. Me sentí intocable y capaz de dar un cien si tu no podías dar nada.

Supongo que por eso hoy me siento todavía un poco peor. Que un día de tregua no siempre es la luz al final del túnel y es a veces el ojo del huracán, por mucho que lo haya disfrutado. 

Siento no encontrarme en condiciones de filtrar las cosas que digo y como lo hago. Y no ser capaz de asumir más responsabilidades, sabiendo que hoy no voy ni a cumplir con las mías. Me siento caer otra vez y no veo a que sujetarme... Siento la ansiedad en el estómago y muy fuerte en la garganta porque no puedo llorar aquí. Otra vez esa sensación de frustración de no ser suficiente para nada ni para nadie, de la que creía que me había deshecho.

Quizá no iba mejor, después de todo. O quizá si y solo no lo estoy viendo con la objetividad y la compasión que a lo mejor me merezco y que no me estoy dando. 

Me espera dura la tarde. O no. Quizá no y tenga suerte otra vez. Quizá hoy haya otro ojo en el huracán.

Quizá sea la luz al final del túnel. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario