Cierra los ojos y escúchame. Todo está bien, todo pasará.

Muchas veces, puede dolerte la cabeza, el brazo, puedes tener agujetas, dolerte los oídos, las manos, los pies. Pero el dolor más frecuente en mi no es ninguno de esos. Mi dolor es el dolor más fuerte que puedas padecer, el que más dura, el que no tiene ningún medicamento ni cura. Mi corazón sufre más que mi mente, y se esfuerza en destacarse y demostrar que está ahí todos los días, hasta que al final del día, alcanza su muerte con una lágrima oculta que no llega a salir casi nunca a a luz. Mi corazón llora aunque ninguna lágrima acuda a llenar la pupila. Lamentablemente una sonrisa no puede mantenerse eternamente. Por que estás bien, en tu vida no pasa nada malo, tu mente está desconectada, tu corazón siente con fuerza y una sonrisa asoma por tus labios. Pero en ese momento, el corazón te da un pinchazo y empieza a sentir más fuerte, empiezas a pensar muchas cosas a la vez, de manera que no te entiendes ni tu mismo, pero no piensas las cosas buenas, que son las que más abundan. ¡Ya me gustaría a mi pesar solo en cosas buenas! Por que he de decir, que malas, no es que falten. 
Una palabra, una caricia, una sonrisa, un abrazo, un beso.Incluso un pensamiento o un presentimiento puede mantenerme una sonrisa verdadera, pero pronto se va. Siempre pasa algo que haga que esa sonrisa se esfume y no tenga ganas de volver nunca más. 

Pero vuelve. Vuelve para hacerte la vida mejor, y también peor. Vuelve para que cuando estés perfectamente, cuando estés en el éxtasis de tu felicidad, volver a caer, como si esa sonrisa llamara a sus enemigas las lágrimas y se produjera la peor y más larga guerra que jamás haya existido en este mundo.