Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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domingo, 9 de febrero de 2014

Y qué si recuerdo?

Hay un momento en la vida de todas las personas que se repide bastantes veces y que realmente, no debería repetirse. Y es que un día, de repente, piensas... ¿Y cómo estarán ellos?. Ellos. Personas que han significado tanto para ti en muy poco tiempo y han desaparecido así como así. Personas que no ves desde hace tiempo, que te encuentras por la calle y hablais un rato, como va todo, que es de ti. Y te lo preguntas y como puedas lo averiguas y ven que las cosas, les van bien. Y por un lado te alegras mucho por ellos de que sean felices. Y por otro piensas, son felices sin mi... y eso no me gusta. Y piensas, "podría hablarles, tengo su número de teléfono todavía" pero seguro que ellos no tienen el mío, que quizá ni se acuerden de quien o de como soy. En ocasiones han pasado años de los recuerdos con estas personas. Desde el 2010 tengo los mejores recuerdos. Como cambian las cosas... Hay que ver. Y yo, aunque supongo que no lo leerán, o quizá si, quiero dedicarles este pedacito de mi a ellos. A esas personas que han estado ahí cuando lo necesité y que si me pasara algo sé que seguirían estando. Nunca me ha gustado dar nombres, vosotros sabéis quienes sois. Por un mínimo recuerdo bueno que tenga con vosotros, uno de los mejores veranos de mi vida a vuestro lado, hay un huequecillo en mi corazón que está ahí y os pertenece y no dejará de perteneceros. La gente cercana a mi quizá sepa quienes son, la verdad es que son muchas personas. Y si no lo saben, pues mejor. Más para mi. Bueno, auque hace tiempo que no hable con esas personas yo las quiero mucho y en ocasiones las echo mucho de menos. Forman parte de mi vida todavía con el resto de personas maravillosas con las que todavía tengo el placer de compartir mis alegrías y mis penas. Todos os merecéis mucho más que un trocito aquí pero yo no puedo hacer demasiado... Quizá os hable dentro de poco, aunque a unos los tengo más fácil que a otros. Al fin y al cabo, si no lo intentas ya has perdido. Y yo no me dejo vencer, al menos no fácilmente. Bien lo sabéis. 
Ahora los árboles están desnudos por culpa del frío invernal que abraza la ciudad. La luna traza sombras espectrales sobre las aceras, los edificios arañan el cielo, los puentes no van a ninguna parte, los callejones grisáceos y de paredes frías, como las gélidas sonrisas de los viandantes que las recorren, que recorren también las alfombras de hojas secas que tapizan los parques, sobre los coches dormidos que aguardan pacientes el amanecer, el despertar de los lunes, la vuelta a la rutina, el mal humor de sus dueños, que gritan mirando con rabia desde esos ojos enmarcados en ojeras, que se visten con trajes de orgullo, olvidando que no deberían olvidar. Quién diría ahora que tantos buenos momentos y tantos abrazos, tantas sonrisas se esconden en todos esos lugares. Quien imaginaría que alguien retiene recuerdos en sitios como eses, con detalles que antes pasaban desapercibidos, y que se fueron haciendo a la luz cuando paseaba sola por esas zonas, sin vosotros. Y mientras pueda, mientras yo pueda, mientras mis recuerdos me lo permitan, yo me refugiaré en las sombres espectrales que traza la luna sobre mis párpados, en los recuerdos de sonrisas imposibles de fingir, en los puentes que nos unían, los buses que me llevaban, las callejuelas grisáceas y de paredes frías que convertíamos en un sitio de luz por irradiar entre todos felicidad. Me refugieré en las alfombras de hojas secas sobre las que jugábamos a saltar, el viejos bares en los que pasábamos tardes jóvenes y nuevas, en los billares de todos los sitios en los que jugué con ella. En cada gota de lluvia que me calló encima, empapándo cada centímetro de mi mientras yo sonreía cuando iba a verlos o cuando volvía. Esas sonrisas se recuerdan, sus risas no se olvidan. Porque diga lo que diga, los echo de menos, y por llos soy como soy. Y por ello no pararía de daros las gracías, a todas las personas que conforman mi vida, tanto víendome y hablando con ellos cada día, como en forma de recuerdo.
'Búscame en las calles, en sonrisas, búscame en tus prisas en las aceras que pisas sin fijarte, búscame en rincones, plazas, búscame en el aire, búscame en tu corazón siempre que te falte'

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