Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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jueves, 22 de septiembre de 2022

Lo bueno de tener … ¿un mal día?

 Hoy fue un día un poquito triste. Y me apetece tener alguien con quien compartirlo. Pero para poder contaros esto, antes tengo que daros antecedentes.

La semana anterior, fue horrible. Intento no pensarlo mucho y he disociado de ello todo lo que mi cabeza ha querido y me ha dejad para poder protegerme. Y aún así no lo he logrado. Esta vez, me ha tocado fuerte y precioso, en todas partes. En el corazón, estómago y alma. Todo a la vez. Y aún así, la poca gestión que tengo de mi responsabilidad emocional hizo que la mayoría del tiempo me preocupase por otras personas antes que por mí.

Pasado el miércoles, mejoró la cosa un poco. Empecé a intentar ver las cosas de otra manera, a tratar los golpes que venían de uno en uno y pararlos o esquivarlos como siempre, pesando que no me iba  a dejar caer ahí donde estuve bajo ninguna circunstancia. Sin ganas de salir, ni de hacer, ni de ver a nadie... no quería eso, me quiero a mí y me quería de vuelta.

Y hoy...hoy ya sabía que iba a ser un día tristón para mi. Intenté empezarlo bien aún sabiéndolo. 

Anoche me acosté sin saber nada y pensando mucho. 

Me parece oír a veces la puerta de la calle. 

Y me despierto con los ojitos hinchados por la mañana y aparentando una resaca enorme que no tengo. Salgo temprano, porque no me quedaba café y, desde luego, necesitaba uno. Me encontré a mi jefe en la escalera, que me preguntó que tal ayer en mi cita misteriosa (fui vestida al trabajo algo diferente de lo normal), le contesté que tenía salido mejor. "Bueno, mujer". Me ofreció toda la mañana comida que no pude comerme.

Mucho ruido en la oficina. Una chica que han cambiado de horario y que no para de gritar. No quería escuchar música, pero no podía concentrarme. Un podcast. Tampoco... a la tía esa se la oye por encima. "Marcos, esta se tiene que ir".

Eché la bronca a personas que se lo merecían, quizá algo más agresivo de lo que hubiera debido. Y me empezó a doler el estómago un poco. Estuve destemplada toda la mañana, con un moratón de mordisco en el brazo y la piel de gallina. 

En la oficina daba el sol. Las manos heladas y encima del teclado en vez del cuerpo en el que deberían estar.

He comido poco también hoy, porque mi cuerpo somatiza y no me ha dejado hacer mucho con esto. Al principio, pensé que quizá mi temperatura corporal se debiera a eso, pero no. 

Desconecto el móvil, porque lo miro con ansia todo el rato y no me hace bien. Y, a mediodía, a entrenar.

Hoy era el último día en el gimnasio de mi entrenador y de otros dos entrenadores a los que quiero un mundo. Por eso sabía que hoy iba a ser un día complicado para mí. Digamos que no se me dan bien las despedidas, aunque sean un "Hasta luego". Estuve con ellos, los quise. 

Iñaki me dijo que tenía purpurina en la cara, haciéndome sin querer recordar más para lo que no valió que para lo que sí. "Si tienes hijas, vas a flipar Iñaki, de verdad que esto no se va nunca". Y aún así la sigo usando.

Y lloré. Lloré fuerte, en el vestuario, con ellos y después. Porque me dolía el corazoncito y el alma. Y salí con ganas de hablar con alguien, "voy a llamar a mami, así también sé como está". Pero cuando enciendo el móvil tengo un mensaje de que mamá esta durmiendo. 

Desconecto el móvil.

Rindo en el trabajo, me enfado (con motivo). Me rindo. Mi jefe lo nota y me da las gracias por todo lo que estoy haciendo por él. "Quería decirte... no te lo digo mucho,  pero estás trabajando increíble últimamente. Me estás librando de muchas, también sabes que estoy en un momento personal complicado y quería darte las gracias. Creo que trabajamos muy bien juntos". Y a llorar otra vez, claro.

Puede que no haya sido para tanto, pero me duele un poco encontrarme aquí, en ese punto en el que todavía no sé si voy hacia arriba o hacia abajo. Doliéndome el estómago un poquito y haciendo algo de cenar para obligarme un poco, porque hay cosas a las que hay que obligarse a veces. Pareciéndome escuchar de vez en cuando la puerta de la entrada aunque sepa que no va a ocurrir. Aquí, sin saber como estoy y con las emociones por fuera bailando en un torbellino que no entiendo. 

Estoy, y al final, es lo importante. Estoy, estoy, estoy....

Libero. 


Sé feliz con lo que tienes, porque nunca sabes donde estará tu princesa.

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