Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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jueves, 20 de noviembre de 2014

Te amo.

Te amo. Te amo de una manera inexplicable, de una forma inconfesable, de un modo contradictorio. Te amo con mis estados de ánimo que son muchos y cambian de humor continuamente por lo que ya sabes; el tiempo, la vida, la muerte. Te amo con el mundo que no entiendo, con la gente que no comprende, con la ambivalencia de mi alma, con la incoherencia de mis actos, con la fatalidad del destino, con la conspiración del deseo, con la ambigüedad de los hechos. Aun cuando te digo que no te amo, te amo. Hasta cuando te engaño, no te engaño, en el fondo llevo acabo un plan para amarte mejor. Te amo sin reflexionar, inconscientemente, irresponsablemente, involuntariamente, por instinto, por impulso, irracionalmente. En efecto no tengo argumentos lógicos, ni siquiera improvisados, para fundamentar este amor que siento por ti, que surgió misteriosamente de la nada, que no ha resuelto mágicamente nada y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada, ha mejorado lo peor de mi. 
Te amo, te amo con un cuerpo que no piensa, con un corazón que no razona, con una cabeza que no coordina. Te amo incomprensiblemente, sin preguntarme por qué te amo, sin importarme por qué te amo, sin cuestionarme por qué te amo.
 Te amo sencillamente porque te amo. Yo mismo no se por qué te amo.


Sé feliz con lo que tienes, porque nunca sabes donde estará tu princesa.

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