Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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jueves, 27 de enero de 2011

Leyendas.

Ha desaparecido el sol tras las cimas, y la sombra de la montaña envuelve con un velo de crespón la perla de las ciudades que duermen a sus pies, entre los bosques de canela y sicomoros, semejante a una paloma que descansa sobre un nido de flores. El día muere y la noche que nace, luchan un momento, mientras la azulada niebla del crepúsculo, tiende sus alas diáfanas sobre los valles robando el color y las formas a los objetos, que parecen vacilar agitados por el soplo de un espíritu. Los confusos rumores de la ciudad, que se evaporan temblando; los meláncolicos suspiros de la noche, que se dilatan de eco en eco repetido por las aves; los mil ruidos misteriosos, que como un himno a la divinidad levanta la creación, al nacer y al morir el astro que la vivifica, se unen al mundo, cuyas ondas besa la brisa de la tarde, produciendo un canto dulce, vago y perdido como las últimas notas de la improvisación de una bayadera. La noche vence; el cielo se corona de estrellas, y las torres, para rivalizar con el, se ciñen una diadema de antorchas. ¿ Pero que es aquello que aparece al pie de sus muros como una inmensa serpiente azul con escamas de plata?
Es él. Ningún otro sabe prestar a sus ojos, ya el meláncolico fulgor del lucero del alba, ya el siniestro brillo de la pupila del tigre, comunicando a sus oscuras facciones el resplandor de una noche serena, ya el aspecto de una tempestad en las aéreas cumbres de una montaña, o el fulgor de una lluvia de meteoritos sobre una ciudad callada y tranquila.

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