Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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domingo, 16 de junio de 2013

Y los sueños, sueños son.

Mirad, os voy a contar lo que he soñado en el breve tiempo que dormí en mi siesta. Nos encontrábamos él (no especificaré quien) y yo, en la playa, hasta ahí todo normal. Yo tomaba el sol, mientras él jugaba a pasarse un balón de rugby con un chico al que no alcancé a verle la cara. Le estaba mirando, y creo que él era consciente de ello. Estaba todavía mojado de haberse metido antes en el agua, y eso resaltaba más todavía sus brillantes ojos y su torso expuesto al sol. Y entonces, el balón cayó a mi lado, yo me levante y se lo tiré, de lejos, con un buen pase. De repente desapareció el chico con el que estaba. Y él me devolvió el balón, me lo pasó como antes yo a el, nos pusimos a jugar, casi sin darnos cuenta. Y nos reíamos... Nos reíamos con esa sonrisa de medio tonteo que todos tenemos a veces, que nos sale sin pensar. Y le devolví el balón, y él me lo devolvió a mi. Y entonces empecé a correr, y se abalanzó sobre mí para quitármelo, pero de forma sutil, con miedo y cuidado de no hacerme daño. Acabé en el suelo, el encima de mi (como era obvio, dado que él es bastante fuerte) y el balón de por medio. Y entonces le empujé, y salió medio rodando para mi derecha, no se lo esperaba. Nuestra sonrisa no salía de su sitio y la suya lucía perfecta, como siempre. Tiré el balón, intenté levantarme hacia el lado izquierdo para seguir corriendo, lo conseguí, aunque con torpeza. Pero vino detrás y volvió a tirarme. Y empezamos a rodar, a dar vueltas sobre la arena, incluso llegando a tocar algo el agua, tan ligeros como si fuéramos plumas movidas por el viento. Y cuando paramos, nos seguíamos riendo.Ya no había nada en el medio de nosotros. Paramos de reírnos y él susurro algo... No acabo de recordar el qué. Y su boca se encontraba a escasos centímetros de la mía. Cada vez se acercaban más nuestros labios, querían ser uno, las chispas saltaban entre nosotros... Y entonces...
Si. Fue entonces cuando me desperté.

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