Quizá deberíamos dejar de planear, y empezar a volar un rato

Te prometo un siempre.

Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido
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miércoles, 16 de febrero de 2011

Carpe diem.

Un día estás sentada, en clase, evadida de la realidad como haces casi siempre, porque te aburres, pensando en tus cosas. Y de repente, te abstienes de tus cosas, de tus pensamientos, y sin darte cuenta miras por la ventana. Ves que llueve, que caen truenos y rayos e incluso te das cuenta de que una luz de clase parpadea, y que te esta poniendo muy nerviosa. Miras de nuevo al exterior, y cada vez llueve más. No sabes porqué pero tu primer impulso es levantarte de esa estúpida silla miniaturizada en la que no pintas nada, abrir la puerta de clase e irte fuera. Y te dan ganas de correr, de ver como la lluvia se lleva todos tus problemas con ella, todos tus pensamientos y darte cuenta de que si lloras nadie se dará cuenta porque pensara que es la lluvia tan solo. Y darte cuenta de que en la vida hay cosas malas pero hay muchísimas más cosas buenas, de que aunque pasen muchas cosas siempre tendrás ahí a esas personas que no olvidarás nunca, que han estado siempre a tu lado. Y mientras te imaginas corriendo por el campo de al lado de tu instituto, pensando que no sea un sueño, pasa algo inesperado. Si, tu profesora de matemáticas, y tu tutora, está delante de ti, mirándote, hablándote y preguntándote si has bajado ya de las nubes para volver a clase. Dices que si, pides perdón y sonries. Y no sabes porque, pero ella, también esta sonriendo.

En tanto que de rosa y de azucena,
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar, ardiente, honesto,
con clara luz, la tempestad serena.
En tanto que el cabello, que en la vena

del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena,
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

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